En este soporte la autora critica el modelo familiar-cristiano-patriarcal-blanco-burgués, y la exigencia a la que se condena a la mujer para convertirla en una mujer devota del imperativo de la felicidad, confinándola a la sumisión y así prolongar una tradición de esclavitud femenina colonizada. En los videos la mujer ironiza con las fiestas conservadoras de la cristiandad, se burla de la clase social “de las apariencias”.
Acusa el sometimiento doméstico y el destino biológico al que la han destinado socialmente, exhibiendo una nueva forma de (auto)violencia –depresión y excesos- como mecanismo de evitación a la exigencia del mandato social.
Cuestiona la idea de la autoculpabilidad ante el fracaso del modelo, se desangra de dolor, salda deudas con el duelo amoroso, se empoderada -libre y autónoma- y desde la lucidez y la experiencia del fracaso, declara su posición política y filosófica.